jueves, 14 de enero de 2010

Yo Siempre Estaré Contigo

Paseando de blog en blog me he encontrado con uno que me ha sorprendido mucho, por su madurez, por su capacidad de expresar sus sentimientos y por su corta edad.

Me ha gustado mucho su blog y sus escritos
El señor de las letras, como se hace llamar ,es un joven estudiante de 17 años Venezolano, según dice, poeta y revolucionario
A mi me ha fascinado y aquí dejo Constancia para el que quiera seguirle

- ¿Qué ruido es ese? –preguntó el espantapájaros.
- Es el ruido del Silencio –una voz le contestó.
El espantapájaros estaba dentro de su casa cuando escuchó ese ruido. El ruido del silencio. El viento se desplazaba fuertemente, como queriendo llevarse el silencio, como queriendo llevarse la historia. La luna, encima de él, le iluminaba el rostro hecho de paja y trapos viejos, y deshecho de gracia y felicidad. Era su alfombra los pocos metros sembrados de maíz, era el espantapájaros más pobre que ha existido, y sin embargo, tenía una casa.
Varias veces había intentado llegar a la carretera que a veces se veía al frente de él, pero si se iba ¿dónde se orinaría el perro?
Éste es el único perro que aparece en un cuento y aún así no habla. El espantapájaros sólo podía oír ruidos, el ruido del silencio.
- Campo, me molesta tu silencio –gritó el espantapájaros- o me hablas o te callas.
El campo no respondió.
- Aunque me ignores, campo, soy tu amigo –decía el espantapájaros.
El campo callaba.
- Campo, ¡dime qué ruido es ese!
- Es el ruido de la soledad que acompaña al silencio –le dijo su sombra- pues tu casa no es tuya, es de esos esposos. La Soledad y El Silencio.
- Mi casa siempre ha sido mía, aunque en ella habiten algunos compañeros, a veces soledad, otras silencio, pero ante todo el campo, el padre nuestro.
La sombra calló.
- Fuiste viva presencia o fiel memoria, desde mi más remota prehistoria –le decía el espantapajaros al campo- Y, campo, no me contestas, me ignoras, no me respetas.
- La soledad mi amiga, el silencio mi hermano, y a pesar de eso, yo siempre te acompaño –Seguía diciendo el espantapájaros.
El viento se movía con más fuerza y rapidez, el campo le pidió que intentara llevárselo.
- Mucho antes de intimar con mis recortes, mi amistad te abrazaba en cada poste –murmuraba el espantapájaros- Tu soledad… Tu soledad, la mía, que sorbemos en la noche, y en el día, como si fuera, campo, un mate amargo.
El campo no quería oírlo.
- Cuando me acerco, campo, a tu recuerdo, te me vas, despacito, para adentro –lloraba el espantapájaros- pero aunque te repito y te repito yaces distante, como el infinito.
- El campo es el agujero por donde se derrama el cielo en tu casa –le dijo la sombra- es espacio vacío, es la soledad y el frío.
El perro ladró. El viento se detuvo. La luna se acercaba como hablando al campo.
Yo siempre estaré contigo, espantapájaros -seguía diciendo la sombra- … ¿Qué ruido es ese?
Eran los pasos del espantapájaros que se iba, dejando al perro, a la luna, a la soledad, al silencio, a la sombra compañera, y a su única casa: El Campo..

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